La consideración logística nos determina el “qué, cuándo, dónde, cantidad, estado físico, factores organolépticos, peligrosidad, oportunidad”, y otros factores interactivos que acompañan a un producto físico en su periplo desde la fabricación/importación, hasta el cliente final al que satisface y fideliza, o por lo menos eso intenta la empresa.
Sin embargo, a medida que la empresa convencional se desarrolla, es posible que su logística se torne inestable, insuficiente e ineficaz, lo que sucede es que, sencillamente, se está quedando obsoleta.
Hace dos décadas, bastaba un teléfono, un transportista de confianza y una empresa que alquilaba carretillas por días o por semanas, para hacer frente a la estacionalidad. En la actualidad, la Logística, y las exigencias del mercado, se han vuelto mucho más dinámicas, hasta el punto que se contempla convenir con una empresa externa la gestión logística, explica Raúl Ripoll, director general de IFTEM.
Grave dilema –agrega–, sobre todo en pymes en desarrollo, cuando además del servicio de transporte, con larga tradición de externalización, pasamos a la fase siguiente, cediendo a un tercero u operador logístico el timón de nuestro almacén a un nivel de servicio PL2. Todo ello bajo el constante hostigamiento de la variable “tiempo”, que requiere inmediatez en los resultados diarios, sin que la curva de aprendizaje supere la aceleración a que está sometido el mercado. Circunstancias todas estas que nos llevan directamente al Operador Logístico.
La empresa “convencional” se enfrenta aquí a un proceso que requiere profundos cambios tanto de mentalidad, como operativos. El estudio previo de la planificación en un espacio–tiempo acordado debe incluir un nivel de notable confianza mutua basada en el conocimiento interactivo del negocio de la empresa cliente y del potencial Operador Logístico, en un futuro de difícil predicción.
La responsabilidad del operador logístico con el capital humano del cliente debe ser igual o superior a la de una empresa convencional. Todos los pasos se dirigen a la aplicación estricta de las conocidas normas UNE, a la par que se definen y subrayan las responsabilidades de operar una carretilla elevadora y, por ende, de la empresa que lo tiene contratado.
Nos podemos preguntar si la formación que se imparte o recibe el personal de base o PPL, “personal de primera línea“, que identificamos con los Operadores de carretillas elevadoras, deber ser la misma, o debe atender a las diferencias operativas de empresas con logística propia, y la logística que implanta un operador logístico que, además del know-how, aportan su personal, carretillas elevadoras, sus camiones e inclusos sus inmuebles, a la empresa cliente.
Por nuestra parte, llevamos años constatando que en la empresa con logística interna propia, la formación que se imparte está más focalizada y los riesgos laborales inherentes parecen – a veces equivocadamente – que están bajo control. En resumen, parece que todo es más fácil.
Sin embargo, lo conocido no debe inclinarnos a lo fácil por otro parte periclitado. El conocimiento del medio de trabajo puede crear una falsa confianza que propicie el incidente, el accidente, las mermas y, en consecuencia, suba el costo de la gestión logística. A todo esto, se le añaden los constantes y diversos cambios en el marco normativo de la formación de operadores de carretillas en Europa.
Por ello, si somos estrictos en la selección de una logística externa, ¿cuán exigentes hay que ser para externalizar la formación de los recursos humanos de primera línea? El cliente al que prestamos el servicio externo de formación ¿Exige los mismos parámetros de calidad que aplica a la empresa de Servicios Logísticos con la que establece una colaboración estrecha y responsable por ambas partes?
11-07-2019 / GS1 Perú